El jengibre es una raíz muy utilizada en la gastronomía. Su sabor picante lo convierte en una especia ideal para darle un extra de sabor a todo tipo de platos. Amado por unos, odiado por otros, el jengibre tiene un sabor particular que no todo el mundo sabe apreciar.
Si eres una de las personas que disfrutan con su característico sabor, continúa leyendo porque te vamos a contar cómo hacer una infusión de jengibre perfecta.
La medicina natural utiliza el jengibre desde tiempos inmemoriales para tratar diferentes problemas digestivos como las náuseas, los gases o la pérdida de apetito. Incluso hoy en día, la infusión de jengibre es ampliamente recomendada para las mujeres embarazadas durante los primeros meses para combatir las náuseas matutinas (1).
Diferentes estudios (2) han comprobado sus efectos antiinflamatorios, antioxidantes y antibacterianos que explican su uso para contrarrestar los dolores, las hinchazones y las gripes.
Se dice, incluso, que serviría para prevenir los problemas cardiovasculares y cerebrales, gracias a su propiedad antioxidante (3), que combate a los radicales libres causantes del daño oxidativo. Recordemos que el estrés oxidativo afecta a las células del organismo pudiendo desencadenar todo tipo de enfermedades degenerativas, incluyendo el cáncer (4).
Preparar la infusión de jengibre no es difícil. Sin embargo, depende de tus gustos, motivo por el cual no es sencillo dar informaciones exactas sobre la cantidad de jengibre a infusionar.
En líneas generales, se recomienda realizar la infusión con un centímetro de jengibre por taza de agua. Si te gusta una infusión más fuerte y picante, utiliza más jengibre y si, por el contrario, has sentido demasiado fuerte tu infusión, disminuye la cantidad.
Ingredientes
Elaboración
Esta es la receta básica de la infusión de jengibre pero, por supuesto, existen muchas otras opciones. Por ejemplo, puedes preparar una infusión de jengibre con limón, un potente antibacteriano recomendado por la medicina Ayurveda.
También puede combinarse con té verde y con otras especias, como la cúrcuma. Por otra parte, el jengibre es un ingrediente inseparable del té chai.
Su nombre hace referencia al sánscrito srngaveram, palabra que significa «cuerpo» y «cuerno»; es decir que se relaciona directamente con la forma tan característica de la raíz.
Científicamente, se lo conoce como Zingiber officinale y pertenece a la familia Zingiberaceae, como la cúrcuma y el cardamomo. Es una planta herbácea perenne originaria del continente asiático, específicamente del sur del mismo. En países como India y China, se utiliza hace miles de años como remedio natural contra un sinfín de enfermedades.
La planta de jengibre crece bien en zonas húmedas y tropicales. En general, se desarrolla mejor en semisombra, llegando a alcanzar hasta un metro de altura.
De formato similar a la caña, tiene tallos frondosos con hojas que surgen en forma de vaina y envuelven el tallo. Cada una de ellas puede medir hasta 30 centímetros de longitud.
En primavera, aparecen sus flores que son pequeñas y de colores amarillo verdoso y púrpura. Las mismas se agrupan en espigas y llaman poderosamente la atención por su gran belleza.
Los rizomas de esta planta son verrugosos y ramificados: el jengibre que conocemos. Están recubiertos de una piel delgada de color dorado y tienen un interior amarillo claro. Son fragantes y de sabor picante.
La buena noticia es que la planta de jengibre no necesita demasiado espacio así que si te encanta la infusión de jengibre, puedes plantarlo en una maceta de 30 cm en tu balcón y contar siempre con esta raíz fresca para preparar las mejores tazas de infusión.
Para sembrar jengibre, necesitas un esqueje o rizoma nuevo sin golpes, y prestar especial atención a la calidad del suelo. Debe ser rico en nutrientes y mantenerse continuamente húmedo, sin llegar a estar encharcado.
Luego, solamente queda plantar el jengibre durante el invierno o, a más tardar, al inicio de la primavera, y controlar la humedad, la temperatura y la luz. Recuerda que crece mejor a media sombra que a pleno sol, al igual que requiere de un entorno húmedo y cálido.
Anímate a probar la infusión de jengibre. Recuerda al momento de prepararla de utilizar la cantidad de jengibre que más se adecúe a tus gustos. ¿Un truco? Si ha quedado demasiado concentrada, incorpora más agua, un poco de limón y miel para contrarrestar el picante.
Fuentes:
Redactora creativa todoterreno y mamá por tres. Disfruto leyendo y escribiendo desde artículos hasta novelas. Me apasiona viajar y pasar tiempo soñando despierta con mis peques. Amante del mate y el té.