El té con leche es una de las combinaciones clásicas más consumidas en Occidente para el desayuno y la merienda. Seamos sinceros, ¿a quién no le gusta la cremosidad y suavidad que un chorrito de leche le da a su taza de té?
Esta combinación ganadora hace las delicias de adultos y peques pero, ¿cuándo y dónde nació este invento? ¿Sirve sólo para el té negro o para otros tés?¿Hay algún secreto para preparar la taza de té con leche perfecta? En este artículo, te lo contamos todo.
Los tés que tienden más a combinarse con leche son aquellos con sabores más intensos y concentrados, como el té negro. Tés como el Darjeeling, el Ceylán o las mezclas de té negro como el Earl Grey o los tés de desayuno ingleses aceptan maravillosamente las combinaciones con leche. Sin embargo, las posibilidades van más allá.
Tés como el rojo o pu-erh quedan deliciosos con un poco de leche. También algunos oolong de su espectro más intenso o algunos verdes con más carácter. El té matcha, por ejemplo, puede incluso infusionarse con leche en vez de agua y conseguir una textura todavía más cremosa. Por supuesto, puedes añadir leche a algunas infusiones herbales, como la manzanilla.
No es conveniente, en cambio, añadir leche a tés con perfiles de sabor más delicado, como por ejemplo los tés blancos y la mayoría de verdes.
Por supuesto, no te vamos a decir lo que tienes que hacer. Si te gusta añadirle leche a cualquier té, ¡adelante!
Para acompañar tu té puedes escoger la variedad de leche que más te guste. Entre las opciones, no solo encuentras leche entera y desnatada sino leches vegetales como la leche de almendras, de soja o de coco. De hecho, las “leches” vegetales puede transmitir un carácter especial a tu té. La leche de nuez, por ejemplo, puede darle a tu taza una cremosidad única a tu taza.
Si en tu casa tienes leche en polvo, también puedes usarla. En este caso, agregas la cantidad indicada por taza de agua.
¿Otra idea? Los más golosos pueden mezclar el té con leche condensada o nata. No hace falta que te digamos que con estas mezclas aumentas considerablemente la cantidad de calorías.
El té con leche tradicional se prepara con té negro (el que sea de tu preferencia: English Breakfast, Darjeeling…) y leche fría o caliente. En invierno, te recomendamos prepararlo con leche caliente, mientras que en verano sería más refrescante con leche fría.
Una forma muy fácil de darle un giro muy efectivo a un té con leche es hacerlo con leche espumada. El resultado es mucho más cremoso y vistoso.
Una forma muy sencilla de hacer leche espumada es verter medio vaso de leche fría en un recipiente de plástico vacío, cerrarlo y batirlo cual coctelera. En un minuto y sin apenas ensuciar nada, tendrás suficiente espuma de leche para tu té.
Diversos estudios han señalado que el té, en sus diferentes variedades, aporta una gran dosis de antioxidantes (1), unas moléculas capaces de luchar contra los radicales libres, evitando el estrés oxidativo y el daño que estos pueden provocar en el organismo. De esta manera, los antioxidantes podrían proteger el cuerpo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas e incluso, el cáncer.
La sabiduría popular señala que combinar el té con la leche implicaría sumar sus beneficios. Así, obtendríamos una bebida antioxidante con un gran aporte de calcio, un mineral necesario para mantener la salud ósea. Sin embargo, los expertos (2, 3) sugieren que esta mezcla no sería tan beneficiosa como se supondría ya que la caseína presente en la leche inhibiría las catequinas del té. Esto significa que la leche interactúa minimizando la acción antioxidante del té.
Merece la pena destacar que, en cualquier caso, esta interacción no sería negativa para la salud. Con lo cual, si te gusta el té con leche, nada impide que lo disfrutes cada día.
Cuando hablamos de té en Occidente, asociamos su consumo a los ingleses y su té “at 4 o’clock”. Sin embargo, el té es una bebida oriental. De hecho, no llegó a Inglaterra hasta la mitad del siglo XVII cuando Thomas Garraway empezó a venderlo en su tienda londinense.
Ahora bien, cuando nacen los problemas diplomáticos con China y se cortan relaciones comerciales entre ambos países, la provisión de dicha bebida comienza a escasear. En ese momento, aparece un nuevo vendedor de té: la India.
Así, las islas inglesas empezaron a recibir desde dicho país el té Assam, un té negro fuerte y malteado. Al ser su sabor más intenso y concentrado que el del té verde al que estaban acostumbrados, los consumidores de té comenzaron a agregar leche al famoso English Breakfast.
Fuentes:
Redactora creativa todoterreno y mamá por tres. Disfruto leyendo y escribiendo desde artículos hasta novelas. Me apasiona viajar y pasar tiempo soñando despierta con mis peques. Amante del mate y el té.